La demanda mundial de energía ha estado creciendo exponencialmente desde la primera revolución industrial.  La necesidad de producción de energía para fines industriales, comerciales, de transporte o de medios de vida esenciales para los hogares se ha cubierto aún a expensas del medio ambiente, con procesos que afectan al suelo y aumentan la emisión de gases de efecto invernadero (GEI). Actualmente, un número significativo de países concentran sus esfuerzos en la disminución de los GEI como una forma de mitigar el cambio climático.  En el Acuerdo de París, firmado en 2016, 169 países reconocieron su responsabilidad en la producción de GEI y establecieron sus compromisos para limitarlos.  La implementación masiva de fuentes de energía renovables para la generación de electricidad es una de las principales estrategias para hacerlo (Bayonda, 2019). Para ello, grandes potencias económicas como la UE se han comprometido a sustituir el 45% de su producción de energía a energía renovable para 2030. En la pasada COP21, Colombia se comprometió a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 20% para el año 2030 con respecto a la actividad habitual (Arias, 2019). Después de este anuncio, el gobierno de Colombia promulgó leyes destinadas a «promover el desarrollo y uso de fuentes de energía no convencionales» con incentivos indirectos, como la reducción de impuestos o exenciones (Arias, 2019).  Para entender el papel de las energías renovables en Colombia y la razón para que la energía eólica sea tan interesante, este ensayo pretende proporcionar una breve discusión sobre las oportunidades y obstáculos que tiene Colombia para utilizar este tipo de energía.

Colombia está rezagada en el desarrollo energético. Según el Consejo Mundial de la Energía, hay tres escenarios posibles para el mercado de la energía en 2050: el primero es el «Jazz Moderno» este escenario se centra en el acceso individual a la energía a través del desarrollo económico dando acceso abierto a todos. El segundo es «Sinfonía inacabada», que es un enfoque para lograr la sostenibilidad a través de prácticas coordinadas. El tercero, «Hard Rock», un enfoque internacional y fragmentado motivado por el deseo de seguridad energética en un mundo con baja cooperación mundial.  Sin embargo, según los estudios realizados por Bayonda (2019), independientemente de cuál de estos escenarios esté presente en el futuro, la demanda de energía eólica será la que tenga el mayor crecimiento. Debido al alto potencial comercial de la energía eólica, varios países de Europa han estado realizando estudios técnicos y económicos para establecer una forma de viabilidad de implementar esta energía renovable, especialmente en la eólica marina. Desde la construcción del primer proyecto eólico marino en la UE llevado a cabo entre 2011 y 2015, se han instalado 3230 turbinas y aumentado la capacidad energética a 7748MW (un incremento del 36%). Los países más cercanos a Colombia ya han comenzado a incurrir en energía eólica, los países más representativos en este campo son Perú (148MW), Panamá (220MW), Chile (836MW), México (2.3GW) y Brasil (5.9GW). Mientras que Colombia sólo genera 19MW y no existe un programa importante de gobierno para fortalecer la infraestructura eólica.

Colombia tiene un gran potencial de energía en el viento, que es complementario a la capacidad de generación de energía a través de centrales hidroeléctricas. Sin duda, Colombia es un país con una impresionante riqueza de recursos naturales debido a su posición geográfica. El agua es especialmente importante para la generación de energía porque aproximadamente el 65% de toda la producción de energía en el país proviene de centrales hidroeléctricas, mientras que el resto se produce utilizando combustibles fósiles (Dyner, 2019). Es habitual que el fenómeno «El Niño» cause temporadas de sequía, por lo que la cantidad de energía que puede ser producida por las centrales hidroeléctricas disminuye drásticamente. Según los estudios realizados por el Banco Mundial, la dinámica de la disponibilidad de energía eólica en Colombia es complementaria al régimen hidroeléctrico. En otras palabras, durante las estaciones secas Colombia presenta velocidades máximas de viento (Bayonda,2019). Este hecho representa una oportunidad para reducir el riesgo de disponibilidad de energía. El IDEAM (2018) publicó recientemente el mapa de la velocidad media anual del viento en Colombia, aquí, es posible observar regiones con velocidades cercanas a 15 m/s en zonas costeras de la región del Caribe. Estos fenómenos se producen porque el viento presenta menor esfuerzo cortante sobre el agua, lo que le da la posibilidad al viento para alcanzar mayores velocidades, como es posible observar en la figura. Esta condición de velocidad, junto con las de temperatura y presión, fue tenida en cuenta para que el IDEAM reportara nuevos valores sobre la densidad de energía en Colombia. Se reportaron valores de 1728 W/m2 en Barranquilla, Santa Marta y La Guajira, y 1000 W/m2 a 1331 W/m2 para Cartagena.  Eso coloca a la costa caribeña en las mejores posiciones a nivel mundial.

Existen desafíos importantes que Colombia debe superar para lograr implementar la energía eólica. El campo de la energía eólica, y en general de las energías renovables, es nuevo en Colombia, por lo que no existen políticas establecidas que las regulen o promuevan. No existe una política que garantice que el sistema eléctrico implementado sea altamente fiable y competitivo. En los últimos años, el gobierno colombiano ha puesto en marcha políticas que fomentan la participación en el desarrollo de estas energías a cambio de reducir los impuestos y otros incentivos. Sin embargo, las dificultades que presenta el país van más allá de estos simples incentivos. Colombia no cuenta actualmente con la tecnología, los materiales o la infraestructura que permitan la implementación de la energía eólica a nivel económico. Por ejemplo, la construcción de los álabes requiere un tipo especial de material que sea resistente a la corrosión causada por la sal marina. Este material tiene altos costos porque generalmente se importa, por esta razón, se decide importar la hoja completa. Estos álabes suelen tener dimensiones de 15 metros, lo que hace que las carreteras de Colombia no sean aptas para el transporte de estos elementos ya que el tamaño de las carreteras no permite girar el vehículo que lo transporta.

En conclusión, es necesario el apoyo del gobierno a la comunidad científica y al sistema educativo, a través de políticas que promuevan y fortalezcan los programas académicos, de investigación y desarrollo que conduzcan a la creación de profesionales capacitados capaces de tomar decisiones racionales que den una fuerte base a los proyectos de energía. Por ahora, es necesario continuar investigando con el objetivo de reducir el costo asociado con la implementación de la energía eólica en alta mar, para poder aprovechar todo el potencial que hay en la costa caribeña y que representa una oportunidad para dar un paso el futuro.

References

[1] Rueda-Bayona, J. G., Guzmán, A., Eras, J. J. C., Silva-Casarín, R., Bastidas-Arteaga, E., & Horrillo-Caraballo, J. (2019). Renewables energies in Colombia and the opportunity for the offshore wind technology. Journal of Cleaner Production.

[2] Bechtle, P., Schelbergen, M., Schmehl, R., Zillmann, U., & Watson, S. (2019). Airborne wind energy resource analysis. Renewable Energy, 141, 1103-1116.

[3] Henao, F., Rodriguez, Y., Viteri, J. P., & Dyner, I. (2019). Optimising the insertion of renewables in the Colombian power sector. Renewable Energy, 132, 81-92.

[4] Arias-Gaviria, J., Carvajal-Quintero, S. X., & Arango-Aramburo, S. (2019). Understanding dynamics and policy for renewable energy diffusion in Colombia. Renewable Energy

[5] IDEAM, D.C, J. (2018). Atlas Interactivo – Vientos – IDEAM. Retrieved from http://atlas.ideam.gov.co/visorAtlasVientos.html